Un año
bajo las faldas de las tinieblas,
da para mucho más,
que cuatro sonrisas estúpidas
frente a un espejo hipócrita,
que se resquebraja
esparciéndolas por el negro asfalto,
sin yo saberlo.
Quererme,
odiaros,
aprender a odiarme,
y continuar embadurnado
con sus corridas conceptuales
desde las comisuras de los labios,
hasta el cuello de la camisa
entre otras cosas.
Y aún hoy,
en el presente mas etéreo,
desraízo su vello pubico
con los colmillos de la memoria,
y arrodillado
en algún rincón oscuro
de su presencia
bajo sus faldas,
sigo escribiendo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario