Tal vez debería
sepultar este incisivo sentir,
que hace que la sangre se esparza
a pies de este herrumbroso telón carmesí.
Pero exhumo al sucio maniquí de dolor anoréxico,
y fornico con él y sus curvas cuadradas,
cada cuatro desconsuelos a la hora,
de la media noche al alba.
Y hace que un corte relama mis muñecas.
Que una llaga vertical se infecte.
Que el tapiz subcutáneo
embriagado de polvo existencial añejo,
sinuoso tiemble.
Tal vez,
la hoja del puñal del mendigo,
se oxide con las erróneas conclusiones
que contaminadas brotan de una herida…
Me pesa el alma tres décadas
y el levitar del cuerpo
a dos fracasos de ella
se hace constante.
Tal vez muera entre rubias,
morenas,
y burbujas,
mientras pisoteo descalzo sus húmedas vaginas,
que vigorosas estallan en el placer oscuro de mi boca.
Tal vez un hilo de recuerdos
se evada con el vomito
entre mis labios,
con la dirección extraviada hacia la nada…
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