Vislumbro, con el catalejo tuerto y hediondo de mis días, tras la distorsión que vierte la distancia cuando se aleja, un buque cimentado con espasmos de ceniza.
Sobre él, como emulando al desenvuelto marinero, que no al capitán que junto a él y de la mano expira, el insulto, la herrumbre adherida al cabo de la aguja que hilvana el ADN de la usura.
También el trozo de grumo calorífico, la fatua guarnición descompuesta entre los dientes a la sombra perpendicular de lo que fue promesa.
Tras él, como arrancándole estertores a la piel del océano que se hunde entre la sal de sus propias lágrimas, la ventosidad entre el calor de las nalgas arrellanadas sobre el olvido, la negativa inmolándose en los bronquios del que aún respira, el gusano adolescente que brota del sabroso divorcio entre la vida y la muerte, como lo hace el hongo del excremento cuando la lluvia por sequía llora…
No serás tú, la que embriague su organismo al beber las elipses que tatúan en el mar sus huellas, no tú; argamasa del poema adyacente al archipiélago de hastío que muerde al malecón que protege al vocablo, bofetada que golpea con suspicaz ternura, el pómulo sonrojado por la mentira del tiempo que no cesa.
No tú, accésit de tus labios, sonrisa que engulle por completo la línea que sobre mármol amaña el horizonte; acero fraguado en molde irreprimible, prófugo resentimiento a años luz de tu carne y tu esencia siempre tan cerca, siempre tan tú;
2 comentarios:
Dios mío Jaume!! el mejor regalo del mundo, créeme.
Cuando vuelvas te daré el mejor de mis abrazos.
De momento un beso en la distancia.
Marian
excelente dedicatoria a tu estilo.
un abrazo
Publicar un comentario