"En cada paso hundido en el lodo
hay un abanico de humedades".
Somos error en el útero del ego,
aguardamos la espera inherente a formas
urdidas al tedio,
a la anciana prostituta cortejada en la torpeza,
al fenómeno que implica
formar parte de la causa.
Un espectáculo, un error furtivo
entre la mácula del culto,
la historia cruel de un teatro
afín al silencio.
De tal modo que el silencio se transforma en agonía,
en el punto inquieto del hierro ante la llama,
donde un puñal sesga el llanto de la noche
sobre el hielo de una línea
justo en la detonación del proceso.
Sumidos en la demora
abrigamos el letargo con sueños indemnes,
con las plumas del ave que engulle la tierra
hasta sentir el frío en las caries
del credo azucarado.
He visto un insecto
persuadido por la carga del abdomen
presagiar el hedor de los días muertos,
manchar de sangre
las ventanas de la huída
cuando vierten cobalto mis grietas.
Lo que duele en el iris
es un algo a nado en la hemorragia,
en la lengua rumor de largas intenciones
como el nudo en la soga que mora en el pozo
donde mas de un entierro soñó ser nombrado.
De la gaveta de mis arterias
germina el mar hacia la muerte
mientras augura un sprint de luz en el hueco,
un emplazamiento sin embargo herido
en la oración de un dios inexistente.
En el centro,
los naufragios violan a sirenas
con botellas colmadas de ironía;
ajenos al espasmo,
al canto mudo que se gesta en tierra firme.
Fue solo aire, un poco de ruido y semen
lo que escupieron los armarios…
lunes, 11 de octubre de 2010
LA HISTORIA CRUEL DE UN TEATRO AFIN AL SILENCIO
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