viernes, 18 de diciembre de 2009
MIENTRAS TE ADIVINO...A ania
“La pulpa que esputa el pomelo se ha instalado en mis córneas;
mas no tengo remedio, he de ponerlas en remojo…
Avanzar es sabiduría…”
Cuando lames mis poros incandescentes con el poder soberbio de tu discurso,
conviertes en mera anécdota las ruinas camaleónicas del hombre
a pies de los volcanes que transmutan su estado en leyenda…
Son tus ojos,
el esplendor del broche que tras ellos se masturba ensordecido
por el latir autónomo del viento.
Su inexpugnable lozanía
la que canjea la sal de los mártires mientras dormitan
por la estela insigne que estampa la aurora
sobre el filamento inconcluso de mis bostezos.
Son las sombras fallidas de un techo de ceniza circulando a la deriva,
el rumor en cicatrices del océano que nutre sus burbujas con la sal del tiempo,
la omisión lenticular de su ceremoniosa desidia.
Son las olas,
las lenguas que brotan de la oquedad senil de sus bolsillos
las que flamean y lamen el concepto cultivado en mi frente,
el metal sin hueso que encadena a las encías del poema
lo que quiso ser pasado; es mi lírica disuelta en tu aliento.
Son tal vez tus besos, la parcialidad que ellos encierran,
esa histeria colectiva que mana de tus labios,
donde las alas de mil cuervos albinos brindan a los míos reverencias.
No es el chasquido entre los dedos que vierte taimado el horizonte,
o el prologo en blanco escrito con cosméticos pero sin duda carente de maquillaje;
no creo en su discurso histriónico,
tampoco en como rastrea con su inane instinto
los vestigios de un epilogo manchado con falsas sonrisas…
Mientras, el barro encadenado por ventosas al cetro de mis uñas
se aferra a los puntales que sostienen el volumen de tus senos;
ellos, monóculos con visor subacuatico,
derraman consecuencias bajo el cielo nublado que despliega
un convoy de paraguas sobre el retablo impío de mi boca…
A los molares hendidos en la distancia que vierte tu nombre suscito,
mientras te siento desnuda y te adivino,
como desnuda se siente la imagen al bostezar mis párpados cuando no tienen sueño,
como cuando la fría noche talla diástoles con puñal de escarcha
sobre las tardes precoces de invierno…
mas no tengo remedio, he de ponerlas en remojo…
Avanzar es sabiduría…”
Cuando lames mis poros incandescentes con el poder soberbio de tu discurso,
conviertes en mera anécdota las ruinas camaleónicas del hombre
a pies de los volcanes que transmutan su estado en leyenda…
Son tus ojos,
el esplendor del broche que tras ellos se masturba ensordecido
por el latir autónomo del viento.
Su inexpugnable lozanía
la que canjea la sal de los mártires mientras dormitan
por la estela insigne que estampa la aurora
sobre el filamento inconcluso de mis bostezos.
Son las sombras fallidas de un techo de ceniza circulando a la deriva,
el rumor en cicatrices del océano que nutre sus burbujas con la sal del tiempo,
la omisión lenticular de su ceremoniosa desidia.
Son las olas,
las lenguas que brotan de la oquedad senil de sus bolsillos
las que flamean y lamen el concepto cultivado en mi frente,
el metal sin hueso que encadena a las encías del poema
lo que quiso ser pasado; es mi lírica disuelta en tu aliento.
Son tal vez tus besos, la parcialidad que ellos encierran,
esa histeria colectiva que mana de tus labios,
donde las alas de mil cuervos albinos brindan a los míos reverencias.
No es el chasquido entre los dedos que vierte taimado el horizonte,
o el prologo en blanco escrito con cosméticos pero sin duda carente de maquillaje;
no creo en su discurso histriónico,
tampoco en como rastrea con su inane instinto
los vestigios de un epilogo manchado con falsas sonrisas…
Mientras, el barro encadenado por ventosas al cetro de mis uñas
se aferra a los puntales que sostienen el volumen de tus senos;
ellos, monóculos con visor subacuatico,
derraman consecuencias bajo el cielo nublado que despliega
un convoy de paraguas sobre el retablo impío de mi boca…
A los molares hendidos en la distancia que vierte tu nombre suscito,
mientras te siento desnuda y te adivino,
como desnuda se siente la imagen al bostezar mis párpados cuando no tienen sueño,
como cuando la fría noche talla diástoles con puñal de escarcha
sobre las tardes precoces de invierno…
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3 comentarios:
eresun puto genial, para enlazar letras mortiferas.
un abrazo cojonudo
Tu voz es absolutamente inconfundible, Jaume. Y decir eso, querido mío, es decir mucho.
Un besazo
MArian
Estoy con Marian, tienes una voz muy particular, y eso para mí es decirlo todo.
Este poema es precioso.
Ahora me tienes que poner voz de pito:
"Qué maravilla Jaume!!, qué belleza, qué preciosidad ... etc ... eres un maestro, un dios!!! siempre lo haces todo tan bonito"
Tu ja m'entens germà.
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