lunes, 27 de octubre de 2008
RECUERDOS II
La noche regresó árida
y se bebió al sol.
Veleidosa,
apeó la arteria
del pensamiento,
en la hoja furtiva.
Se desplomó
el crepúsculo
a pies de una bombilla.
Y la luz fingida,
sedimentó sus nalgas
en las ojeras
hasta volverse madrugada.
Y atronó el grito
despedazado en la penumbra
de un niño que lloraba.
Con el falo envuelto en papel
manchado de tinta,
más la orina del ayer
derramada en sus llagas.
y se bebió al sol.
Veleidosa,
apeó la arteria
del pensamiento,
en la hoja furtiva.
Se desplomó
el crepúsculo
a pies de una bombilla.
Y la luz fingida,
sedimentó sus nalgas
en las ojeras
hasta volverse madrugada.
Y atronó el grito
despedazado en la penumbra
de un niño que lloraba.
Con el falo envuelto en papel
manchado de tinta,
más la orina del ayer
derramada en sus llagas.
jueves, 23 de octubre de 2008
RECUERDOS
RECUERDOS
Despellejó el infante
la página.
Palabras manchadas en sangre,
trituradas con fauces de cristal.
Desvanecido en la materia.
Dentro del cuerpo del hombre,
que se escurre
por el pene de la pluma
convertido
en despojos.
En pasado...
Despellejó el infante
la página.
Palabras manchadas en sangre,
trituradas con fauces de cristal.
Desvanecido en la materia.
Dentro del cuerpo del hombre,
que se escurre
por el pene de la pluma
convertido
en despojos.
En pasado...
martes, 21 de octubre de 2008
SÓLO CUANDO NACE EL POEMA (Arteria del martirio)
Transito a diario
bajo la vulva resentida
de aquel puente
llamado soledad.
Dormito todas las noches
ceñido al recuerdo embriagado,
tras los beodos barrotes
de ávidas botellas de cristal.
En la penumbra,
la tierra del olvido encaramase
por suntuosos billetes manchados en sangre,
mientras fumo las colillas
de dioses bastardos
y escupo el vómito
sobre cruces forjadas
por lágrimas de metal.
En ocasiones ella, me tiende sus manos,
pero muchas más veces
pienso en librarla
de las garras de la ira,
ya que el excremento a la deriva del alma
es mio y de nadie más.
Y muerdo con rabia tempestuosa
hasta los nudillos,
la mugre suscrita a las uñas
de la sucia inseguridad.
Entonces lubrico un poema
con la sangre
de la arteria del martirio,
y lo arrojo al mar.
Tras él,
la oquedad presuntuosa de los rostros
que observan en la superficie
de aquel otro puente solemne
llamado sociedad.
Arde el televisor,
como también arde la mujer indigente
en el cajero automático.
Y la puta familia,
que requiere indemnización
por daños y prejuicios
tras años de abandono y desidia.
Por eso y por mucho más,
reviento el cráneo de ratas postradas en carrozas
con disfraces farsantes,
en este el carnaval denominado humanidad.
Por eso y por mucho más
imprimo mis sesos
en la pared del papel
y hayo la paz.
Sólo cuando nace el poema...
bajo la vulva resentida
de aquel puente
llamado soledad.
Dormito todas las noches
ceñido al recuerdo embriagado,
tras los beodos barrotes
de ávidas botellas de cristal.
En la penumbra,
la tierra del olvido encaramase
por suntuosos billetes manchados en sangre,
mientras fumo las colillas
de dioses bastardos
y escupo el vómito
sobre cruces forjadas
por lágrimas de metal.
En ocasiones ella, me tiende sus manos,
pero muchas más veces
pienso en librarla
de las garras de la ira,
ya que el excremento a la deriva del alma
es mio y de nadie más.
Y muerdo con rabia tempestuosa
hasta los nudillos,
la mugre suscrita a las uñas
de la sucia inseguridad.
Entonces lubrico un poema
con la sangre
de la arteria del martirio,
y lo arrojo al mar.
Tras él,
la oquedad presuntuosa de los rostros
que observan en la superficie
de aquel otro puente solemne
llamado sociedad.
Arde el televisor,
como también arde la mujer indigente
en el cajero automático.
Y la puta familia,
que requiere indemnización
por daños y prejuicios
tras años de abandono y desidia.
Por eso y por mucho más,
reviento el cráneo de ratas postradas en carrozas
con disfraces farsantes,
en este el carnaval denominado humanidad.
Por eso y por mucho más
imprimo mis sesos
en la pared del papel
y hayo la paz.
Sólo cuando nace el poema...
miércoles, 1 de octubre de 2008
PERRO RABIOSO
PERRO RABIOSO
Suelo escupir la ira entre espuma
sobre la orina del asfalto
y resbalar con sus pasajes
una y otra vez.
Suelo constreñir mientras duermo los dientes,
hasta hendir sus raíces
en la vulva de mis pómulos,
y horadar dos sueños mas abajo
el cráneo del gaznate también.
Yacía aplastada la suela del alma
contra una lata de cerveza
y en ella ahogada la desidia
del presente y del ayer.
Debí ser el perro rabioso
que escudriñó con el olfato el rastro del olvido,
y derramó sus putas garrapatas
en el rugoso y sucio papel.
Y observé en la perrera,
a lánguidos camareros
apostar sus carcajadas al póquer
en la cresta del farol.
Que inoportuna la muerte
más su lengua deshidratada
que lamía los atributos de una botella
y su húmeda intención.
Y arbitrarias las horas
urgían desangrando la agonía
con su afilado espolón
mientras el perro
descarnaba el hueso nocivo de la espera
y aguardaba su turno...
Suelo escupir la ira entre espuma
sobre la orina del asfalto
y resbalar con sus pasajes
una y otra vez.
Suelo constreñir mientras duermo los dientes,
hasta hendir sus raíces
en la vulva de mis pómulos,
y horadar dos sueños mas abajo
el cráneo del gaznate también.
Yacía aplastada la suela del alma
contra una lata de cerveza
y en ella ahogada la desidia
del presente y del ayer.
Debí ser el perro rabioso
que escudriñó con el olfato el rastro del olvido,
y derramó sus putas garrapatas
en el rugoso y sucio papel.
Y observé en la perrera,
a lánguidos camareros
apostar sus carcajadas al póquer
en la cresta del farol.
Que inoportuna la muerte
más su lengua deshidratada
que lamía los atributos de una botella
y su húmeda intención.
Y arbitrarias las horas
urgían desangrando la agonía
con su afilado espolón
mientras el perro
descarnaba el hueso nocivo de la espera
y aguardaba su turno...
MIENTRAS LEÍA A PANERO
Oh poema que neutraliza el coito,
y el coito,
la vendimia del orgasmo.
Oh pluma,
que despellejas la soledad,
convirtiéndola en tumulto
derramado en la página.
Oh desdicha anclada
en un atisbo velado.
Oh martirio
que rebuzna día tras día
cuando nace el día.
Oh inspiración
que vence al sueño
en la penumbra.
Oh áspera lengua del sueño
que relame la vagina al insomnio.
Oh poeta que defeca
el excremento hacia dentro.
Oh excremento que se posa en la página
a pie de pluma.
Entretanto,
el hambre "guisa" en millones de hogares,
y canturrea hipócritas nanas
a niños famélicos de ilusiones.
Y yo,
hipnotizado,
leo y releo a Panero
mientras la vida se escurre por mis manos,
hacia la vulva del poema.
y el coito,
la vendimia del orgasmo.
Oh pluma,
que despellejas la soledad,
convirtiéndola en tumulto
derramado en la página.
Oh desdicha anclada
en un atisbo velado.
Oh martirio
que rebuzna día tras día
cuando nace el día.
Oh inspiración
que vence al sueño
en la penumbra.
Oh áspera lengua del sueño
que relame la vagina al insomnio.
Oh poeta que defeca
el excremento hacia dentro.
Oh excremento que se posa en la página
a pie de pluma.
Entretanto,
el hambre "guisa" en millones de hogares,
y canturrea hipócritas nanas
a niños famélicos de ilusiones.
Y yo,
hipnotizado,
leo y releo a Panero
mientras la vida se escurre por mis manos,
hacia la vulva del poema.
ORUGAS DEL TIEMPO
Ya no quedan días,
donde las nauseas
solían eludir el puñal
que apuñala las palabras,
tras la empuñadura del mal.
No persisten ya sonrisas
tras iconos de confite.
Sólo llantos apergaminados
con los dientes podridos por la escoria de la vida
inhumando ilusión y fe.
Yo degollé a un dios
hendido en la penumbra de la falsa esperanza.
Incineré su trono tapizado
de idiotez aterciopelada.
Bebí del vino
derramado por el sumidero del infierno,
que esputa una cañería de plomo existencial.
Y brindé con el diablo a las puertas de la nada.
Niños sesgaban sus rodillas, los sesos
y el mañana
en tricheras de cristal.
Tras ellos, su infancia
y la incertidumbre
exhalada por la frente de sus cráneos
devorados por las orugas del tiempo...
donde las nauseas
solían eludir el puñal
que apuñala las palabras,
tras la empuñadura del mal.
No persisten ya sonrisas
tras iconos de confite.
Sólo llantos apergaminados
con los dientes podridos por la escoria de la vida
inhumando ilusión y fe.
Yo degollé a un dios
hendido en la penumbra de la falsa esperanza.
Incineré su trono tapizado
de idiotez aterciopelada.
Bebí del vino
derramado por el sumidero del infierno,
que esputa una cañería de plomo existencial.
Y brindé con el diablo a las puertas de la nada.
Niños sesgaban sus rodillas, los sesos
y el mañana
en tricheras de cristal.
Tras ellos, su infancia
y la incertidumbre
exhalada por la frente de sus cráneos
devorados por las orugas del tiempo...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)